tenia treinta y tres y todos pensaban que tenía treinta y dos, pero yo tenia treinta y tres, recien cumplidos y con velas y todo y torta y gente con mi apellido y con los demás. la gente nos miraba por la ventana de casa y nos veían como quien mira a una familia de lobos, porque una vez que terminábamos de cantar o aullar como decían ellos, nos tirábamos encima de la torta y hasta las velas, encima de uno y de otro, en mi santo número treinta y tres, hasta me habían puesto los dos números tres en las paredes de mi casa para que no halla duda de mi edad, la misma edad de aquel que crucificaron hacía mas de dos mil años atrás, algo así como muchos de mis santos multiplicado por varios ceros y tres, pero yo tento treinta y tres y mi gente me ha regalado una linda torta y ha adornado mi casa con flores y plantas así como quien cumple los treinta y tres. una vez terminado la torta y los cantos hemos empezado a bailar por toda la casa, es que en mi casa somos treinta y tres personas que vivimos en pequeños cuartos y todos somos hombre menos mi madre que tan solo está en los cuadros de las paredes y los muebles de la casa es que hace treinta y tres años que se nos fue justo el día en que yo nací y ya mis treinta y tres hermanos ya había nacido y todos bien gordos menos yo que nací casi pesando treinta y tres gramos, en verdad tengo mucha afición por ese número, inclusive tengo mi camisa con ese número en mi pecho, debe ser que soy algo así como un demente o algo peor, no lo sé ni me interesa mucho saberlo. una vez terminado en casa mis hermanos me han desnudado y me han puesto sobre una cruz y me han clavado como clavaron a ese buen hombre hace mas de dos mil años, es que ellso tienen esa tradición, la de tener el último de los hermanos clavado en una cruz de verdad y de una vez por todas terminar esta vida llena de sobresatos y extraños encuentros con gente que te mira a todos los lados menos a los ojos porque temen, siempre temen morir o que los mate una persona así como yo que acabo de cumplir los treinta y tres y a nadie le interesa tanto como a mí porque es mi último día de vida en este mundo lleno de encantos y desencantos porque así me la han puesto, además que esta fue la voluntad de mis difuntos padres de que apenas cumpliese la edad que tengo y que la gente de afuera no lo cree me clavasen con buenos clavos de bronce sobre una cruz mas grande que uno de mis cuartos. es una sencilla razón de existir esa la de morir cuando apenas entiendes que todo es una gran mentira como este relato que tan solo tiene sentido para mis dedos que no cezan de clavarme, con toda su fuerza sobre un madero en forma tan graciosa y bella al mismo tiempo.