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tres últimos actos

ACTO ANTEPENÚLTIMO

-Hola cariño,¿cómo se han portado hoy los chavales?, ¿qué tal funciona la aspiradora?.
Vengo deshecho.
Se me han enfriado los dedos de los pies y me duele la cabeza.
(Yo de joven pensaba, pintaba, escribía. Sin saber, me estaba autoencaminando. Y no hay medicina para una enfermedad voluntaria.)
-No creas que tú tienes la culpa. Es que hoy he tenido un mal dia. Ya sé, ayer aun fue peor. Ayer te dije: Hola cariño, ¿cómo se ha portado hoy la aspiradora?, ¿qué tal funcionan los chavales?.
Vengo muerto. Se me han enfriado los dedos de la cabeza y me duelen los pies.
Mañana no sé qué te diré, supongo que algo parecido.

(Intento que mis hijos no tengan nada que reprochar, intento no caer en los viejos errores. Eso es fácil, pero ahí están los nuevos errores haciéndome su creador por más que luche en su contra.
Debe ser inevitable.
Inevitable, cómo me gustaría machacar esa palabra.
Las cosas que pensaba hacer de joven quedaron enterradas para siempre en la juventud y ahora sólo puedo golpear las paredes con mi nariz de viejo prematuro.
Pero, ¿qué se puede esperar cuando los hijitos han dejado de serlo?.
¿Qué se puede pensar cuando trozos del propio pasado parecen tonterías?.
¿Qué queda cuando todo lo que dices lo has dicho ya antes, cuando todo lo que yo digo lo has oído un millón de veces, cuando no tenemos nada que decir?.
¿Qué se puede hacer cuando se está cansado de andar y de dormir, cuando se está cansado de cansarse?.
Envejecer.)

ACTO PENÚLTIMO

Es tarde, supongo que será ya la hora de levantarme, pero aun tengo mucho sueño. No consigo descansar, no he dormido nada y me duelen cada dia más los huesos.
No sería nada raro que al echar los pies al suelo se me partieran las piernas. No conprendo cómo ellos bajan las escaleras de tres en tres. Se matarán. No sé cómo pueden ir en mangas de camisa con el dia tan frio que hace.
Pretenden razonarme lo que no y lo que sí, pero qué carajo sabran ellos, si están todos como una cabra.
Cada vez hacen las ventanas más altas, cada vez hacen los pasillos más estrechos y oscuros.
Me dicen que mire el jersey tan bonito que le han comprado a Jesusín. Yo les didgo que sí, que está muy bien. Pero, maldita sea, si viste como un payaso.
Y me gustaría llegar a ver su boda.

Yo antes utilizaba bien las palabras y hasta llegué a pintar con cierta soltura. Ahora tengo las manos temblorosas y azules y la cabeza enmohecida. Son telarañas que ofuscan la razón.
En realidad nunca han habido grandes cosas que me ligaran a esto, pero ahora quizás sólo unos gramos de comprensible egoísmo.
Yo ya he cumplido, ya he aguantado bastante.
Compadezco a quienes comienzan pensando, en su ingenuidad, que se le puede sacar mucho.
Bueno, quizás mañana sea el dia. Pero ¿qué dia es mañana?. No sé dónde he puesto el calendario. Bah, da igual.
Me acostaré a ver si esta noche descanso un poco. Me duele todo y el tiempo está muy frio este invierno.

ACTO ÚLTIMO

Buscaba la muerte a un viejo y lo buscaba con atuendos vergonzantes. Venía a borrar de sus noches de delirio, cacerolas y pucheros, tenedores y cucharas, y cuchillos, muchos cuchillos.
Ya nunca más correrán las patas de las mesas, abuelo.
Una boca abierta y seca iba prediciendo el camino.
Buscaba la muerte a un viejo esta mañana y lo buscaba tras cuatro tímidas penas. Quería silenciar a los diabólicos visitantes y a las falsas escaleras. Había de concluir la dolorosa búsqueda de las palabras.
Ya nunca penetrarán los ojos borrosos en ningún café.
Buscaba la muerte a un viejo y lo buscaba entre delirios y abstracciones, entre temblores y miedo, entre sudores y orín. La muerte buscaba a un viejo, y quién más viejo...
No somos nada, se ha dicho siempre. Qué miseria somos, qué mísero cuerpo, qué mísera mente.
!Qué míseramente...!

Volaban por la ventana camisas vueltas, por el balcón colores intentados, y en el rellano los zapatos se detenían rendidos de tanto peldaño.
Dentro quedaban sólo, un exceso de oraciones y una costumbre mojada.
No quieras agarrarte, abuelo, que se han ido los objetos. No intentes comprender nada, que la muerte anda rondando y abajo en nuestro portal aparcó su furgón negro.

(A mi abuelo, un gran hombre.)
Datos del Cuento
  • Autor: luis jesus
  • Código: 4986
  • Fecha: 26-10-2003
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 4.99
  • Votos: 76
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3157
  • Valoración:
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
Arian
invitado-Arian 16-12-2003 00:00:00

Mu bien, me dejas "anonadada" con tus cuentos, has visto kerido tio yo tb se escribir palabras raras. jejeje! Escribe otro rapidito q estos ya los he leido!

marilina
invitado-marilina 26-10-2003 00:00:00

joerrrrrrrrrr, luigi, esta ma llegao.¿será que es para el mismo abuelo?.

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