Fue un día caluroso, pero en la tarde el peso del sol se dio la mano con una brisa suave que hizo de la tarde bastante agradable. Ese día la vida de Camila cambió, no aguanto más la melancolía, quería que sus recuerdos fueran como el barro, hasta que se dio cuenta que debía olvidar todo y volver a nacer.
Esa tarde, recordó su infancia, todas las instancias vividas, los momentos que alguna vez le perturbaron, pero sabía que nunca más volverían.
Luego, caminó hacia la playa, y terminó en el lugar que comenzó su vida, contemplaba el atardecer de una historia sin final, y recordó que ya no le quedaba más vida.
Un día, comenzó a sentir unos fuertes dolores de cabeza, se encontraba inapetente, y decidió ir al doctor. Este le dijo que tenía un tumor cerebral, que ya era demasiado grande y que no se lo podían extirpar, y que solo le quedaba una semana más de vida. Al saber esto, se dedicó a recordar y escribir cada momento vivido para que alguna vez, alguien encontrara su historia.
Camila era una persona sola, no tenía a nadie, llevaba una vida acompañada de el alcohol y la bohemia, se dedicaba a escribir y nunca nadie leyó sus cosas, no conocía el amor, la amistad ni nada, su vida estaba llena de rencor, pero solo creía en la esperanza y en la idea de que alguien algún día se enamoraría de su mirada.
Pasaron los días y ella seguía en el mismo lugar, dándose cuenta que ya no le quedaba nada, solo la esperanza que nunca conoció, decidió escribir como le hubiera gustado conocer el amor, cariño y comprensión.
“Nadie comprendía el oscuro perfume de la melancolía que la acompañaba, solo quería que llegará a su vida ese sentimiento que tanto temía. Quería sentir la vida y vivir como una rosa, pero el rosal sólo dio una flor. La rosa solitaria, joven por fuera, vieja por dentro. Con la tristeza escondida y la sonrisa en los labios. No había mariposas que admiraran su color, no había un sólo ser que la admirara y la quisiera, y con el pasar del tiempo, se marchitó, se secó. Los pétalos se los llevo el viento, como en un día se fue su vida y el tiempo se llevó sus sueños...”
Finalmente, cuando terminó de escribir estás líneas, se dio cuenta que no podía más, que la esperanza no sirvió de nada, solo para darse cuenta de que su vida estaba acabada. Decidió ir desolada a dormir, llorando lágrimas tan duras y ásperas, y decide asistir al único lugar donde encontrará la vida perfecta, en sus pensamientos, en el sueño eterno.