habían pasado ( técnicamente hablando) unas semanas desde que ruperto conociera a su patrocinador por así decirlo, herminio y de que este le había asignado cuando menos una ocupación como el arreo de ganado; esto transportar, alimentar y cuidar caballos y ovejas, las cuales eran trasquiladas cada dos meses según le había dicho herminio para ser luego sacrificadas en las fiestas del ayuntamiento o bien, cuando algún cacique decidía festejar el cumpleaños de una hija casadera. ruperto ya les había tomado confianza a esas personas casi irreales, aunque por otro lado pensaba o esperaba el día que aquel sueño producto de su ansia y afán de trabajo terminara con final feliz. así las cosas, herminio tenia una hija mayor, ya casadera en esa región norteña; era Dolores ignacia, una joven mujer de figura delgada y un tanto fina de cutis. tenia se decía unos 23 años. sus ojos alteños color verdes, mas sus risos en su cabello castaño ondulado con frecuencia cepillado pues raras veces en su casona usaban la higiene. bueno, el caso fue que al conocerla ruperto supo que ya experimentaba también una emoción nunca antes descrita; empezaba a enamorarse. por lo general, en la escuela solo había tenido amigas, compañeras de juego y una que otra chica que le hablara bien solamente; mas sus hormonas adolescentes que supiera aun no se habían dado al romance. así, aprovechaba cuando salia herminio, sus hermanos a algún mandado o bien los sirvientes iban a la plaza del pueblo para abordarla y charlar sobre las vivencias de cada cual. claro, la chica por su tiempo de vida parecía mas madura y con mayor candor juvenil. ella prefería según decía los paseos a las ferias que llegaban al pueblo cada año (ahora que por la revolución hacia tiempo que no llegaba ni una al pueblo) o bien salir en los días de recogimiento con la familia al centro o el bazar de reboceria y artesanías. ruperto en su afán por ganársela solo le escuchaba atento y con mucha atención, como si estuviera en la clase de ingles que era su preferida porque la maestra licha era muy consentidora y raras veces reprendía a sus alumnos y tenia sus favoritos, entre ellos el. un día en una de esas platicas, ella le dijo:

- hey, ruperto: por lo que veo provenimos de mundos diferentes. pero,¿ acaso cambiara también el sentir de los hombres? digo, si en tu tiempo aun existe la fraternidad y el barbarismo de los balazos ya termino. porque quizás eso no haya cambiado en tu tiempo.
- bueno, apenas se de que me hablas.- aseguro el-. realmente, mi papa dice que eso depende no de la época sino de la educación que recibas de niño. es lo que siempre me dice.
- ah!-. callo por dos segundos-. bueno, quizás tenga razón. y así siguió la conversación aquella vez. mientras ruperto probaba el arduo y a veces le parecía molesto el susodicho encargo de don herminio, también iba encontrando el valor del dinero. aquel "supuesto" dinero le daba para comer viandas o asados de res que se consumían en la región, incluso olvidando que era una ilusión había adquirido un gabán con grecas negras y castañas, que decían los marchantes traían de una fabrica hilandera que era dirigida por americanos, y había logrado mantenerse pues ellos no usaban la rudeza y abuso contra los trabajadores como hace un año había ocurrido con las huelgas en cananea en otras fabricas del mismo convenio. la compañía era de arizona y su jefe era conocido por don Jonas henry kelvin soms. era soms associated co. que apenas le había tomado calidez. y guardaba las dichosas monedas pulidas en cobre y níquel, o los billetes, caso raro que don herminio le auto pagaba: le daba cerca de 400 pesos cada vez que terminaba la quincena. mas faltaba poco para que la fantasía se consumiera y ruperto le encontrara ya la forma completa y la importancia de un empleo: que aunque el aun estaba en gozar del albedrío, los juegos y otros temas de su juventud, debía saber cuando actuar y cuando el verdadero empleo llegaría a su vida joven y sin tribulaciones aun. (continuara) dk.