Susana 11
Capítulo 11 – “Sin poder escoger… ¡He cogido sus
esposas!”
El ascensor me lleva a la planta baja. Se abre la puerta y un policía uniformado para subir.
Me ve con el zapato en la mano.
El policía - ¿Va a salir?
Joaquín - ¡No!... en realidad usted me trajo cuando llamó al ascensor. Debo subir otra vez.
Me mira con desconfianza.
Joaquín - ¿A cuál piso va?
Uno más abajo del mío… suerte.
Se baja… yo sigo otro piso.
Se abre la puerta y allí esta Susana media inconsciente balbuceando incoherencias (coherentes) – Nunca te perdonaré… eres malvado…
Voy a alzarla para entrar al apartamento cuando me doy cuenta que el viento cerró la puerta y las llaves están dentro del apartamento.
¿Qué hago?
Vamos, piensa Joaquín… piensa.
¡Claro!... ella tiene las llaves.
Reviso su cartera…
Ella sigue delirando… Robaste mis ilusiones, despiadado ladrón…
¡ALTO… LEVANTE LAS MANOS!
Es el policía – Me imaginé que algo raro se traía...
Joaquín – Mire señor, esto es un malentendido…
El policía - ¡CÁLLESE!... CONTRA LA PARED… MANOS Y PIERNAS ABIERTAS.
Hago lo que me dice.
Me palpa de armas.
Joaquín – Le repito que es un error… mi novia se desmayó…
El policía – Ella decía que usted era un “ladrón”.
Joaquín – Se refería a que robé su corazón, su alma, sus ilusiones… fui injusto con ella.
El policía - ¿Por qué revisaba su bolso?
Joaquín – Porque la puerta del apartamento se cerró y ella tiene las llaves que le di.
El policía – Saque las llaves y abra el apartamento.
Joaquín – Cuando entremos puedo mostrarle mis documentos y verá que lo que digo es cierto.
El policía – Todavía voy a esperar a que la señorita declare. Ella estaba inconsciente y si usted la golpeó va a tener problemas…
Joaquín – Yo no golpearía a ninguna mujer. Ayúdeme a llevarla a mi cuarto para que descanse.
Una vez acostada en mi cama.
Joaquín – Observe que no tiene marcas de golpes.
El Policía – De todos modos voy a esperar a que despierte y mientras me da su versión.
Joaquín – Yo la vi con un tipo… bla… bla… bla…
Susana empieza a despertar…
Los dos volvemos a la alcoba.
Ella medio mareada – No quiero volver a verte… ¡Vete de aquí!
Joaquín – Toma, bebe este té mientras llamo al médico.
- Aquí hay un policía que quiere hacerte unas preguntas.
Ella se recuesta sobre las almohadas y comienza a beber el té.
El policía – Joaquín… ese es su nombre… ¿Cierto?
Joaquín – Así es señor.
El policía – No quiero que esté aquí cuando la interrogue, ¡retírese por favor!
Me voy al estar.
Minutos después…
Aparece el policía… serio. Me ve de mala manera.
El policía - ¡Manos juntas adelante!
Saca las esposas…
Joaquín – Pero señor esto es injusto.
Me pone las esposas.
Joaquín – Mire señor, esto es un error…
Aparece Susana – Veo que capturó al “ladrón”.
Joaquín – Sabes que no soy un ladrón.
El policía – No se preocupe señorita, todos dicen lo mismo.
Susana – Dígame señor policía… como se llama al que robó las esperanzas, la alegría, las ilusiones, el corazón…
El policía – Ladrón… ladrón… el que roba lo que sea es un ladrón.
Atónito veo a los dos… condenándome.
Joaquín – Pe… pero… ¿ustedes no estarán hablando en serio?
El policía dirigiéndose a la puerta, abre, se voltea y arroja las llaves a Susana - ¡Cuide al prisionero!
¡Blam!... se fue.
Joaquín - ¡SEÑOR… SEÑOR…!
Susana me mira desde la puerta del dormitorio. Viene con las llaves hacia mi… estiro mis manos con una sonrisa.
Ella pasa de largo y va hasta la terraza, mira hacia abajo, me mira, estira su puño, lo abre palma hacia arriba, gira lentamente la palma… y las llaves caen al vacío.
Joaquín - ¡Nooooooooooooo!
Me derrumbo en el sillón.
Joaquín - ¡Ay Dios mío!... Mira, no seas vengativa. Me equivoqué lo admito…
- Perdóname… ¿quieres?
Ella no me habla… pasa otra vez delante de mí y va al dormitorio.
Sale caminando rápido con la cartera en la mano hacia la puerta…
Joaquín - ¡Noooooo!
Corro hacia la puerta y me pongo entre la puerta y ella.
Joaquín – Susy, por favor… por favor… cometí un error…
Con mis manos esposadas tomo su carita e intento besarla… me rechaza.
Susana - ¡Déjame salir!
Joaquín - ¡De acuerdo!... pero dime que me perdonas.
Me da la espalda y se cruza de brazos.
Susana - ¡Jamás te perdonaré!
Paso mis manos por sobre su cabeza y la abrazo, beso su cuello sin poder apartar sus cabellos.
Ella cierra sus ojos a cada beso.
Joaquín – Dime que me perdonas…
Ella – Es inútil… totalmente inútil… no insistas.
Joaquín – Es que sin vernos a los ojos… voltea por favor.
Ella voltea.
La miro…
Tiene sus manos apoyadas en mi pecho.
Me acerco lentamente… mira mis labios, me mira, su respiración empieza a agitarse, va cerrando sus ojos…
Susana saliéndose del abrazo - ¡No!
Joaquín - ¡De acuerdo!... si no quieres perdonarme está bien…
Voy y me siento en el sillón largo.
Hace como que no me oyó.
Susana - ¡Ay! Este dolor… ¿que será?
Se quita el zapato derecho.
Apoya el pié en el cojín del otro sillón (enfrente de mí) y levanta lentamente su vestido hasta el muslo.
Ella está viéndome de frente con su pierna desnuda hasta la tanga de encaje. Con su larga cabellera cubre su cara que ahora mira a su pierna… comienza a acariciarse.
Su mano recorre lentamente el interior del muslo, llega hasta la tanga y regresa… una y otra vez tropieza con su sexo.
La tanga va dejando entrever sus vellos.
¡Ay! Mis conejos… mis conejos…
Joaquín – Susy… mi amor… perdón si interrumpo pero quiero las llaves ya… ¡ahorita mismo!
Susana - ¡Ahhhh!... ¡Claro!... las llaves.
Baja el vestido y se sienta…
Se agacha y se calza el zapato, se frota el tobillo… sus enormes senos quieren salirse…
Con un movimiento de su cabeza y un ademán de la otra mano sus cabellos caen en cascada de un solo lado…
Me mira… sigue frotando su tobillo… sus senos…
Ya no aguanto… que llave ni que nada… allá voy…
¡GERÓNIMOOOOOOOOOO!
Tropiezo con la alfombra y como estoy esposado no puedo agarrarme de nada… mi cara queda entre sus piernas.
¡Si!... exactamente allí.
Me quedo inmóvil unos instantes… sus manos acarician mis cabellos…
¡Mhmmm!... huele a mujer…
(Continuará)
Joaquín: Esa clase de venganzas me gustan. Felicita de mi parte a Susana. Ya que dejas el cuento en lo más interesante, recuerda que aquí estaré leyendo el próximo. RECUERDALO. Tienes mi diez. Lourdes