Espero que cada vez que veas el cielo te acuerdes de mi, ¿por qué? No sé, en cambio, a mi las mañanas, mejor dicho, los amaneceres haran que te recuerde porque los amaneceres ahora son tuyos, tan tuyos, no te los regalé, tú me los quitaste pero igual no me molesta.

Por un tiempo los amaneceres fueron nuestros, cuando por la ciudad desierta caminabamos sin importar los peligros, el frio, la lluvia o lo que fuera, yo contaba contigo y tú conmigo. Te amé más cuando amanecía y nunca mas amaneció para nosotros, amanece para ti, amanece para mi, pero no para nosotros.

No sabes cuanto extraño caminar a tu lado en la madrugada, ¿te habias dado cuenta que la ciudad era sólo nuestra?