Estaba muy molesta, llena de ira, de rabia, de dolor. Entró a su cuarto y se sentó en la cama, lloraba silenciosamente, su cara estaba colorada y sus ojos hinchados de tanto llorar, se le congestionó la nariz y tuvo que respirar por la boca, su respiración era tan acelerada que se hiperventilo y sintió que se ahogaba, rápidamente tomo una bolsa de papel y con ella se tapo la nariz y la boca, al rato se normalizó su respiración.

Se puso frente al espejo observando su patética estampa, tomó el espejo y lo lanzó contra la pared, uno de los pedazos certeramente atravesó su garganta, ella cayó sobre su cama cubierta con una sábana de un inmaculado blanco, esta sábana era su favorita, la cuidaba tanto para que no se le ensuciara y ahora estaba toda cubierta de su propia sangre, ella empezó a convulsionar frenéticamente, derramaba sangre a borbotones de su boca y garganta, una sangre negruzca. Al cabo de unas minutos finalmente murió.

Hasta ahora nadie sabe cual fue el motivo de su cólera.