En la BURBUJA de un SUEÑO...
Tengo unos amigos muy especiales, los conocí un día al terminar una obra de teatro que fui a ver, y que hacían en la calle, era una obra muy colorista, con personajes fantásticos de duendes y hadas, al poco de empezar me di cuenta que los actores y actrices que la interpretaban emanaban algo especial, era como un sentimiento que me acariciaba el rostro, como una mezcla de perfumes que embriagaban mis sentidos, esa gente con atuendos de campanillas y alas transmitían algo que no podía explicar, el trabajo dramático y el montaje estaban genial, como muchas obras de grandes grupos profesionales, pero no era eso, era algo que se escapaba de mis manos.
Llegó el final de la obra y un aplauso brotó sincero de entre mis manos, me enorgullecía haber sido participe de aquello que acababan de mostrar, me maravillaba de la mágica sensación que habían provocado en mi cuerpo. En este momento cumbre, esa sensación creció dentro de mí hasta humedecer mis ojos, hasta límites que nunca hubiera imaginado.
La mirada de uno de ellos se fijó en la mía y en el brillo de su mirada percibí el éxtasis en el que se encontraba y que me colmó hasta derramarme, era su premio, su único premio por lo que había hecho, y mis manos le premiaron con mayor intensidad.
Yo sabía que lo que había sentido no era habitual, que había llegado hasta donde muchos no habían podido llegar, percibir...
Casi en un arrebato me dirigí hacia ellos, necesitaba felicitarlos por el estupendo trabajo que habían hecho, pero ese no era el verdadero motivo, involuntariamente fui a descubrir, a indagar un poco más sobre aquellas sensaciones que me habían turbado, necesitaba llegar un poco más allá.
Nada más llegar a donde estaban ellos me di cuenta que esa sensación les envolvía, que era algo de ellos, me acerqué y les felicité. Ellos me acogieron con una bocanada de alegría, como si me conocieran de toda la vida, incluso les ayudé a quitar los imperdibles que sujetaban una de las alas de una hada.
Al terminar iban a ir a una cafetería a tomar una copa para celebrarlo y fui invitado con mis amigos. Sin pensarlo acepté, pues me pareció una gente muy especial, y dentro de mí aún quedaba algo por descubrir, esa magia que fluía de sus adentros y que me había marcado con su imperceptible huella.
Estuvimos charlando y riendo varias horas en aquel improvisado café de artistas, pues no faltaron las improvisaciones, algunas de sus anécdotas, sus sueños. Y entre las risas y las charlas se fueron entre tejando aquellas sensaciones que empezaron a cobrar vida, hacer mella en mi.
Cuando llegué a mi casa por la noche me sentí el ser más feliz del mundo y con el tiempo decidí escribir todo lo que había descubierto con ellos, y que ahora quiero compartir contigo, pues me ayudó mucho, me ayudó a seguir hacia lo que quería... desde entonces no puedo reprimir una sonrisa cada vez que me acuerdo de ellos.
En esa tarde noche de café viví lo que era seguir un sueño, un sueño que alcanzas por momentos, que rozas con la yema de tus dedos, pues ellos soñaban con vivir del teatro, en hacer feliz a los demás por unos momentos. Y eso era casi imposible, no tenían padrinos, ni ayudas, solo su arte y sus ganas de hacer, pero ahí estaban, día tras día dedicados a un futuro incierto, y solo por un momento, por un aplauso que les llevaba hasta lo más alto del clímax, pues ahí estaba la magia que emanaban, en que estaban realizando un cachito de sueño una vez más, estaban entregando su cuerpo y alma a cada uno de los que allí estábamos mirando, estaban haciendo lo que realmente deseaban hacer, lo que les colmaba, estaban rozando su sueño... Después ya tendrían que volver a soñar con que algún día pudieran ser reconocidos en aquello que ellos sabían hacer tan bien, anhelando no tener que estar siempre en la cuerda floja para poder subsistir, suspirando por poder alcanzar de verdad su sueño.
Pero descubrí, sobretodo, donde estaba el secreto.
El secreto no era más que no rendirse, en seguir adelante, por que la recompensa era mucho mayor que la angustia que les provocaba alcanzar su sueño.
Su punto de vista siempre pasaba a través de un filtro, un cristal invisible que todo lo llenaba de positivo, era optimismo. Aprendían con lo negativo para eliminarlo, para que no volviera a ocurrir, y disfrutaban y avanzaban con lo positivo, cada pequeño paso era un paso más de esa escalera interminable hacia el éxito.
Eran como camaleones humanos, se adaptaban a cualquier situación, cuando todo cambiaba ellos cambiaban con ello, y siempre había una sonrisa en sus labios, para ellos era fundamental. Pues la sonrisa les aferraba los pies en el suelo, les hacía ver las cosas con ilusión, hacía que no perdiera sentido lo que estaban haciendo.
Me atreví a preguntarles por el fracaso, y su respuesta fue arrolladora, para ellos el fracaso consistía en no intentarlo, en pasar toda una vida lamentando lo que hubieras podido ser y no eres. Para ellos ese era el castigo más grande que podían pagar. Sabían que así nunca iban a ser felices, no querían cargar con eso toda su vida. Si lo intentaban y no lo conseguían eso era otra cosa, siempre estarían a tiempo de trabajar en una obra o formarse para la gestión del transporte, por decir algo, aunque no fuera demasiado con ellos, sabían que se podrían adaptar (¡lo habían hecho tantas veces, que una más...!) y tenían muy claro que nada es para siempre, y por eso, como su vida tampoco lo era, querían aprovecharla al máximo, y para eso solo les hacía falta ser felices, y para ser realmente felices sabían que lo tenían que hacer y se ponían a ello, sin más. Pero siempre con un optimismo inusitado, una alegría digna de admiración...
Eso lo descubrí charlando con ellos, pues sus formas, su visión siempre era positiva, cuando hablaban de algo negativo lo enfocaban desde un punto positivo, nada les achantaba, cualquier pequeño detalle de la vida, detalles en los que antes nunca me había fijado y ahora veo, como el escuchar y tener conciencia que escuchas el canto de un ave en medio de una gran metrópolis, como el hecho que alguien se acuerde de ti y te envíe un mensaje al móvil. Eso para ellos cobraba importancia en ese momento que estaban viviendo, colmándolos de felicidad, así todo lo demás, lo que no les era tan grato no cobraba toda su importancia, se hacía más llevadero y podían seguir luchando por su sueño con toda su energía.
Después de ese día, cobré mi fuerza, un guerrero del que ellos hablaban y llamaban coraje. Y me puse manos a la obra, a andar hacia lo que yo anhelaba. Sin prisa pero sin pausa. Con los ojos bien abiertos para no perderme lo que sucedía a mi alrededor, formándome y demostrando mi valía, como ellos hacían.
Y al poco lo conseguí, pues mi sueño no era tan inalcanzable, o difícil de alcanzar como ellos lo llamaban. Yo anhelaba subir de categoría profesional en mi trabajo, la que merecía y deseaba desde que era pequeño, un sueño, que sin aquella vivencia del improvisado café de artistas no hubiera percatado de cuan cerca estaba y yo no veía.
Por eso la quiero compartir contigo, por si te puede ayudar al igual que a mí, pues esta experiencia no tiene desperdicio.
Esta es una historia verídica y el grupo de teatro existe, y hoy en día sigue siendo una alegría recibir un e-mail de ellos, mis amigos del teatro, que siguen luchando por su sueño, ese que cada día tienen más cerca, pues han avanzado mucho desde entonces, ya se les considera profesionales, y me alegro por ellos que lo merecen.
Por esto, te pido que me ayudes a hacerles un poco más corto el camino, o por lo menos a que sigan luchando por su sueño con la máxima ilusión.
Es tan simple como enviarles un e-mail con alguna frase de apoyo, un saludo, ellos lo agradecerán. Bueno, primero se sorprenderán de que está pasando con su correo electrónico, pues esto no lo saben (o cuando tu lo leas ya si), pero es la única forma que tengo que agradecer lo que han hecho por mí, y puede ser también la tuya, si a partir de ahora sonríes y vas hacia lo que anhelas.
Si tienes la oportunidad de verlos, no te lo pierdas, su magia se hace notar, su calidad humana forma parte de cada uno de los espectáculos que yo he ido a ver de ellos, te acogerán con los brazos abiertos y espero que así puedas sentir la ternura que yo siento por ellos, sin falsedad y una abrumadora sinceridad.
Fíjate! Hasta su nombre tiene mucho que ver con su sueño, pues se llaman TERRAFUTURA, el planeta de los que viven en la luna, como ellos dicen, el lugar a donde anhelan llegar.
Su e-mail es TerraFutura@hotmail.com, seguro que les llenará de ilusión recibir tu saludo.
Ah! Mándalo a la gente que quieres y comparte con ellos esta gran experiencia que puede ayudar, y así podamos hacer que no solo nuestros sueños estén un poco más cerca, si no, que el sueño difícil de alcanzar de mis amigos de TERRAFUTURA pueda también mas cerca estar.
Gracias por ser cómplice de esto... y un saludo como el de mis amigos del teatro, un saludo muy muy especial.
La verdad es que en estos casos, al menos para mi,la ortografía o el fondo del tema no importan, y lo relevante pasa a ser el poder comprobar que buscando por aquí y por allá, siempre hay personas sensibles, y buenas personas.