Austeros, postreros, plasmantes, provenientes de los Burgos, villorrios, comarcas; hablantes de pitas, charrasquillos, mentirillas; eran los hombres de gorro rojo.
Viriles, geniales, destacados, relevantes; provenientes de la villas, poblados, urbes, localidades; hablantes de letras, prosas, prolijidades, fraseología; eran los hombres sin pelo en la cabeza.
Al encuentro fortuito y afectuoso en la confluencia de caminos, siguió la inevitable liba de espirituosos efluvios, alegres intercambiaron cuitas, desesperaciones, agonías, también alegrías, charadas, biografías; y el espíritu del alcohol hizo lo suyo.
A poco volvieron a las villas, poblados, urbes, localidades; austeros, postreros, plasmantes, hablando pitas, charrasquillos, mentirillas; eran los hombres sin pelo en la cabeza que vieron trocada su inteligencia.
Viriles, geniales, destacados, relevantes; volvieron a los Burgos, villorrios, comarcas; y ahora hablaban de letras, prosas, prolijidades, fraseología; eran los hombres de gorro rojo que cultivaron sin querer su propia estampa.
Visto es, que si te dedicas a caminar con tu borrico, y de tu a tu a hablar con el quizás el no aprenda a hablar,o quizás si, pero tu puedes terminar rebuznando y comiendo paja si no acopias de ti buenaventura .
Si alguna cosa detesto en mi vida es el menospreio clasista. Sabes Eddy, una vez le hablé a un burro y aún no me han crecido las orejas. Todos podemos compartir, eseñar y aprender Muy florido el cuento, mucho control en la secuencia de frases y palabras. Un poco difícil para mi intelecto. Espero que no se enfadan . . . escribí poquito para como me sentí. Lo pensé demasiado para este comentario, pero no hacerlo sería como esconderme tras una cortina.