Aclaración o prologo.
El 27 de enero pasado, una persona maravillosa, un hombre con mayúsculas, un amante de la vida, fiel a sus ideales, con un corazón tan grande que podía cobijar cual paraguas todo un pueblo y sus lamentos, de infinita nobleza, sublime cultura e inteligencia, MI TIO ENRIQUE, dejo la vida incongruentemente mientras tomaba su tan cotidiano café en Buenos Aires con sus amigos, sufrió un desmayo, producto de un infarto masivo y nunca despertó. Tenia tan solo 65 años, una hermosa hija, mi prima Paola y una gran mujer, mi tía Perla...
Como remedio para el dolor, es recordar y escribir pequeñas anécdotas rescatadas de un baúl de memorias y vivencias junto a el... y sonreír, trasladándose en los años para recordar sus gestos, su voz, su palabra, su risa, su calma.
Como prologo adjunto el mail que envió mi hermano el día de ayer, y que me inspiro a hacer este pequeño relato.
Querida Karen:
Recién me llamo Gabriel, me pareció tan raro HABLAR CON ÉL ya que creo que no lo veo hace 20 años.
Que queres que te diga, cuando me llamo papá de mañana y me dijo que había pasado algo malo lo primero que pensé fue en la abuela pero nunca en el tío Enrique, uno cuando falta alguien se le viene a la cabeza millones de momentos y de escenas de lo que vivió con él, cosas de chico como cuando me llevo al cine y levanto a dedo a unos chicos, como cuando me prestaba el auto mas de grande o no se.
Yo estaba cuando te llamamos y me acorde de cuando estaba en el Kibutz y me avisaron que había fallecido el tío Félix y lo primero que dije fue me vuelvo pero para que?
Es peor cuando uno esta lejos porque su vida sigue en un entorno totalmente distinto en el que nadie conoce a tu tío Enrique entonces vos te quedas sola con tu angustia y no podes hacer nada.
Bueno no sé que más decirte solo que te comprendo.
Un beso grande a todos de todos nosotros.
Mañana te prometo que te mando unas fotos de los nenes que están divinas
Edgardo
UN CAPITULO DE BAUL
Despojando al inmenso baúl de su candado
Llave resguardada en un cajón, resguardada de la tentación a la nostalgia.
Atiborrado de polvorientas fotos, sonrisas, palabras, infantiles tesoros.
Un nudo de garganta estangulante y la memoria intacta que no plagia.
Seis o siete años, cabello largo, despuntado y arrogante
Ojos gigantes y oscuros, mirada inquieta de sueños palpables
Rodillas huesudas, piernas lánguidas y chuecas, flacura desbordante
Picara sonrisa, inquisidora de paletas blancas, pómulos mordisqueantes.
Ceño fruncido y enojado, lagrimas infantilmente manipulantes
Un cine, una película, mi hermano mayor, un auto viejo y la paciencia de mi tío.
Una caja de chicles diminutos, fantásticos colores, alfajores, chocolates.
Mas el tío dice no, no puedo, no tengo, Karen perdóname, vació esta ya mi bolsillo!!
Una rabieta caprichosa, “nunca entro al cine sin mi golosina”, mi papa siempre me compra!
Escapo, llanto de cocodrilo, paso lento, clamo por justicia y su implorante arrepentimiento
Me llama, me grita, envía a su sobrino detrás de mis gamuzantes botas
Pero ese sobrino, que es mi hermano, solo busca calmar mi capricho jalando de mi pelo con ahínco.
Mas esta niña consentida siempre gana la pelea, chocolate en mi mano, el pobre tío entre reprimendas, sermones y rabia natural, al fin me entrega.
La flacucha algo se arrepiente, y el enojo de su tío, le duele y no entiende.
No se hablan en el cine, la niña ya no disfruta la película, con ceño fruncido se reciente nuevamente...
Y de vuelta en la casa de los tíos, hermosa esquina de la “Paternal”, con el kiosco de Mario y sus coloridos manjares argentinos.
La leche me niego a tomar, la cena no logro tragar, golosinas porteando la entrada llena de un estomago revoltoso.
Y mi tía reclama, mi tío se defiende y cuenta que esta niña caprichosa e inquieta, papelón entre el telón por un mísero alfajor.
Y enojado me reclama, la niña llora y grita, “tío, a la policía te voy a llamar” encerrada en el baño, donde vocifera y se esconde de este tío tan paciente y bueno, hoy, sorprendentemente rabioso, increíblemente colorado de enojo y espanto...”una paliza, caprichosa, yo si te voy a dar”
Pero pasan las horas y el tío bueno a esta niña no le da su merecida paliza, la anida entre sus brazos, con besos, caricias y ahogantes abrazos.
La niña no se disculpa, nunca supo hacerlo, seria aceptar la derrota, mas entre lagrimitas arrepentidas y en silencio se aupa en su regazo, mientras el eco de un televisor despierto va cerrando otro capitulo, empolvado y resguardado en el baúl atiborrado y calcado de memorias.
Para "el tio Enrique", su devota paciencia, su dulzura, su nobleza....
Me alegra que recuerdes con el corazón, es la forma de hacer a los que uno ama imperecederos, los mantendras vivos en tu alma, y te acompañaran a donde quiera que vayas. El Amor es muy poderoso, y no sabe de distancias, de tiempo, de vida o de muerte... Haces bien en escribir bellas letras para tu amado Tio Enrique... estamos contigo!!! Paula