Recuerdo que cuando estaba a punto de obtener mi título de Sociólogo me fue asignada la tarea de conocer y documentar el folclore de la gente de puerto Páez, a tal efecto me trasladé hasta ese puerto del llano venezolano en la gabarra Peonía I, que hacía su viaje inaugural con cabillas de acero para construcción desde Ciudad Guayana a través del Río Orinoco y hasta el Río Apure. Demás esta decir que el viaje fue hermoso, Guayana y el río Orinoco tienen paisajes que difícilmente tengan igual en otra parte del mundo, igualmente el Río Apure. Llegamos de noche a Puerto Páez y de una vez contacté al primer morador que pude, Ubencio Ramos se llamaba y he aquí nuestro coloquio:
Hola amigo, ¿como está? Pregunté abordando al viejo pescador que junto a una botella de ron hacía las veces de estar absorto en la tarea de pescar
“Guenas noche paisa, como está la jodía” contestó el anciano mostrando interés en mi presencia. De una vez le explique al hombre cual era mi intención, pretendía que el me contara una historia alegre ocurrida en el poblado y que de alguna manera hubiera marcado la historia local.
“Una vez se perdió el perro del prefecto” comenzó diciendo el viejo “como a ese señor lo queremos mucho salimos como veinte hombres a buscar al animalito, pa no pasala mal todos nos llevamos unas botellitas de ron pal camino, como es la cosa paisita que a los pocos días conseguimos al perrito y como ya todos estábamos borrachos, pues le hicimos el amor al perrito entre todos”.
Que horror, me quedé pasmado ante lo terrible de aquella historia, sobre todo porque en la memoria de ese señor eso era un recuerdo alegre, le dije que me contara otra, pero eso si, de seres humanos, nada de animalitos indefensos.
“Una vez se perdió la hermana del párroco” continuó diciendo el viejo “como a ese cura lo queremos mucho salimos como veinte hombres a buscar a la doñita, pa no pasala mal todos nos llevamos unas botellitas de ron pal camino, como es la cosa paisita que a los pocos días conseguimos a la vieja y como ya todos estábamos borrachos, pues le hicimos el amor entre todos”.
Escandalizado y viendo que todas las historias felices del pueblo tenían un alto tinte sexual le dije al señor que mejor me contara una historia triste.
“¿Una historia triste? Inquirió el anciano sacando un pañuelo para enjugar las gruesas lagrimas que comenzaron a brotar sin control “Una historia triste, pues vea paisa, una vez me perdí yo ...”
Eddy: Pobre viejecito. De veras que todavía estoy muriéndome de la risa. Tienes un humor fabuloso. Lourdes