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LA JARDINERA

Miró por la ventana y su vacía mirada se detuvo en el arbolillo que crecía bajo la escalera y a un lado de las macetas de petunias de colores. Estaba en flor y despedía un delicioso olor a limón fresco. Lo había plantado su padre, hace varios años ya, había estado creciendo mucho gracias a los múltiples cuidados de su bondadoso dueño. Después de admirar el verde y hermoso árbol su vista pasó a admirar la hermosa planta de gardenias que crecía en una enorme maceta de barro hecha a mano. Sus flores suaves y blancas se mezclaban misteriosas entre las verdes hojas, al anochecer su aroma opacaba el de las florecillas del arbolito; ella recordaba cómo las noches de luna en las que salía a ver las estrellas su pequeño y modesto patio se convertía en un edén con tantos olores y colores distintos. Estas bellezas blancas pertenecían a su madre, su bondadosa y hacendosa madre, que todos los días salía y las regaba con todo el cariño que poseía, gracias a eso todas las primaveras renacían esos brillantes botones para lucir su interminable belleza. De las gardenias pasó directamente a las macetas de su hermanita, en ellas crecían felices pequeñas flores que convivían en paz con los raros tréboles de cuetro hojas que ella cultivaba, le encantaba salir en las tardes leyendo uno de sus libros preferidos y leerles a sus plantitas que se encontraban justo en la esquina al lado de la oxidada banca de metal. Cuando morían las azules plantaba rosas, cuendo morían las rosas plantaba girasoles, no importaba que murieran o se plagaran de insectos esas macetitas siempre estaban ocupadas por algún tipo de flor o planta exótica. Sólo faltaban las piedars de su hermano, llenas de musgo y hongos, él era pequeño y no estaba acostumbrado a sembrar ni cuidar nada, pero le gustaban sus redondas piedras de río cubiertas de pelo verde que crecía feliz, siempre húmedo y algunas veces con diminutas manchitas blancas. Nunca antes se había puesto a observar tan detenidamente todas las plantitas de su patio, entonces vió algo que le estrujó todos los pedazos de su maltratado corazón; ahí en las sombras, en la parte más fea de su patiecito estaba su viejo macetón de piedra, en el que antes plantaba grandes y gloriosos tulipanes negros, pero los msimos que descuidó desde que su vida empezó a oscurecerse. Ese macetón estaba lleno de mala hierba y plagas espantosas, gusanos y caracoles se habían instalado ahí. Nunca se había sentido tan mal, toda esa miseria era su culpa, nada más que eso. Sus padres le habían dicho varias veces que arreglara su macetón, pero ella no había hecho caso, los había ignorado completamente. Su hermana también lo había mencionado, pero tampoco la escuchó. Su hermano no le había dicho nada, ni se había dado cuenta de que sus tulipanes morían lenta y dolorosamente, olvidados completamente por su dueña. Se levantó de su silla, se puso unos guantes de goma, cogió un pala, tierra abonada, una regadera de latón oxidada y sus bulbos congelados, salió al patio por la escalera corta, no quería perder más tiempo para arreglar ese espantoso macetón. La lluvia caía estruendosamente, pero a ella no le importó, siguió adelante. La lluvia evolucionó a una granizada difícil de soportar, pero ella ni se inmutó, tenía una misión que cumplir y no quería perder ni un segundo más. Retiró toda la maleza, sacó a todos los gusanos y caracoles, quitó la vieja tierra y puso nueva bien abonada, plantó sus enormes bulbos y los regó con los hielos necesarios. Ahora ella está sentada en su ventana, viendo cómo crecen sus tulipanes otra vez, todos los día les pones hielo y les cuenta cuentos, ahora esperará a que crezcan sanos y fuertes como antes y mientras tanto vivirá de esperanzas, ahora que ya las tiene...
Datos del Cuento
  • Autor: Allemande
  • Código: 13862
  • Fecha: 18-03-2005
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 6.19
  • Votos: 93
  • Envios: 2
  • Lecturas: 8721
  • Valoración:
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Comentarios


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7 comentarios. Página 2 de 2
allemande
invitado-allemande 06-04-2005 00:00:00

muchas veces nuestra vida suele ser como una maceta grande y descuidada, hay que darnos cuenta antes de que la hierba la convierta en algo completamente inservible.

bellota
invitado-bellota 18-03-2005 00:00:00

Allemande: me gustó tu cuento, wow con las descripciones, realmente me hiciste sentir que podía oler tan deliciosos aromas. Felicidades por la esperanza del final

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