¡Olvidar... misión imposible!
Cuando uno quiere olvidar mira hacia otro lado... pero se percibe su perfume.
Entonces aparece una vocecita que dice... “Ella volvió...” y el corazón comienza a galopar como un corcel desbocado que se encabrita, se alza de manos, no obedece riendas... y corre hacia ella.
Siente el hechizo de su presencia y la barca encallada, otra vez surca las aguas del Atlántico.
Él mira el horizonte y cree verla en la orilla dando saltos con su mano saludando y de su alma sale un grito... eres Mía... Mía.
Jota - ¡Oye gaviota!... ¿Me oyes?... Quiero que le lleves un mensaje a una chica que está al otro lado del océano, dile... “Cada día sin ti me sentí vacío.
Transitaba las letras que dejaste. A veces sonreía porque leía de tu mal carácter y una particular forma de reciclar poesía.
- ¡Un momento...! - dice la gaviota - ¿Cómo sabré cuál es la chica?
Jota - ¡Por favor gaviota!... fíjate solo en la más bonita... esa es ella.
La gaviota - ¿Alguna otra cosa?
Jota – Pregúntale si de mí se a cuerda.
La gaviota - ¡Perdón...! Pero “acuerda” se escribe todo junto.
Jota - ¿Sí?... ¡Ah... claro... claro! No es un error gaviota, es mi subconsciente que a veces me traiciona.
Tiempo después la gaviota, de regreso, avista la barca donde su capitán lucha contra un océano furioso...
Jota - ¡Gaviota... gaviotaaaa!... ¿La viste?
La gaviota – Sí; la vi...
Jota- ¿Te envió un mensaje para mí?
La gaviota - ¡Sí!
Jota - ¡Vamos que esperas... dime... dime!
La gaviota – No sé... no le entendí.
Jota – Entonces era ella.
- Ve otra vez y dile... En el mar del amor un iceberg es peligroso. Puedes querer embestirlo y partirá tu quilla. Sería mejor empezar a derretirlo... tú sabes cómo.
La gaviota partió nuevamente y el Capitán se quedó pensando en lo fácil que es zozobrar cuando el mar del amor enfurece.
Si la cosa va de jota Yo una jota te canto: Deja atrás la gaviota, Y no te duelas con llanto. Va mi diez. (“Olvidar… misión imposible”, de Joaquín Ledo)