Sé que me engañas con otra,
que hasta os veis por callejones
como asustados ladrones
que temen ser sorprendidos
con las manos en la masa,
sintiéndose arrepentidos
por no saber que les pasa.

Crees que me estás engañando
y que vivo en ti pensando
y que pienso en ti sintiendo
lo mucho que te sigo amando.
Que vives equivocado,
que hasta aquí hemos llegado!
Que ahora tengo otro querer
que me ha hecho tan mujer
como tú jamás pudiste,
caballero de corta espada
que por la cabeza viste,
con hombría más que dudada
e ideas más que infantiles.
Los he visto más viriles...!
haciendo de la sinceridad,
madurez y valentía,
su lema de la verdad,
por el que un hombre moriría.

Mira que me das pena!
Caíste en la tentación
de quien sin duda
va a ser tu condena.

Y arrastrando volverás
tu cuerpo, como un gusano
suplicándome clemencia;
que aún me quieres, me dirás
y pedirás que te quiera.

Que a mi no me faltan hombres...!
Si quieres te doy los nombres
de quienes admiran mi gracia
en cuanto me ven pasar,
maldiciendo su desgracia
por no poderme besar.

Y tú... Pobre infeliz...
Ni sombra de lo que has sido;
calvo, gordo y viejo,
anda y mirate al espejo
en lo que te has convertido.
Quien pretende tu riqueza
y luego con aspereza
romperá tu corazón,
sin titubear un instante
buscará otro cuarentón
a quien hacerle el desplante.

Como picaste el anzuelo
de la muchachita grácil...!;
Levantará riendo el vuelo
por que fuiste presa fácil
como un animal en celo.

Y me voy...
que el tiempo es oro.

Ya puedes marcharte
que a mi me están esperando,
corre y ve con aquella
que de ti está tirando.
Por cierto! La casa es mía.
Acordaremos la pensión
por la manutención
que le pases a la cría.

Y si no estoy ocupada
y puedo anular mi cita,
llamaré a mi abogada
para pedirle visita.
Eso mañana...
Y no olvides los talones
aunque no tengas un pavo
podrás pedirle prestado.
Ya vendrán tiempos mejores!