Capítulo 11
“¿Una amante... yo?”
Avanzada la mañana veo a Mónica en el jardín secando con sus respectivos toallones a las bebas que salieron de la piscina... más allá, en la sombra está Cristina Alejandra en su cunita.
La observo.
Dedica tiempo a las tres peinándolas. Las mima.
No solo es hermosa sino buena madre. Ella es lo que quiero para mí y mi Naty .
En cambio cuando pienso en Carolina tengo la impresión de que ella haría diferencias entre nuestros hijos y Nathalie pasaría a ser la “bastardita”. Eso arruinaría todo. No hago concesiones cuando se trata de Nathalie.
Me asomo al jardín – Mónica necesito hablar contigo.
Ella entra – ¡Dime!
Joaquín – Prefiero que vayamos a almorzar fuera y entonces conversamos.
La espero mientras se cambia de ropas.
Luego de un rato aparece. Se puso un vestido azul con algunos discretos verdes que parece pintado sobre su escultural cuerpo.
Pasa por detrás de mí y va a tomar agua a la cocina. Abre la puerta del refrigerador y se medio agacha Aprovecho para “busearla”.
¡Demonios! Me pilló.
Miro para el techo. Ella vuelve con una sonrisa y una expresión que no puedo explicar pero que entiendo. Yo creo que es una mezcla de “me siento bien porque te gusto” y “te pesqué ... pícaro fisgón” .
Mónica – ¿Nos vamos?
Joaquín – Beatriz, Dígale a Teresita que cuide a las niñas que están en el área de la piscina. No nos espere... almorzaremos fuera..
En el camino cambio de idea y antes de almorzar prefiero ir a la “costanera”.
Mónica - ¿Por qué venimos aquí?
Joaquín – Porque aquí tomé mi decisión.
Luego de estacionar nos bajamos y caminamos hasta el muro de contención desde donde se ve el Río de la Plata.
Giramos y quedamos enfrentados. Muy cerca el uno del otro.
Ella pone sus brazos alrededor de mi cuello y me dice - ¿Estas buscando novia?
Yo la miro, le sonrío le doy un beso, de esos que se dan rápido sobre los labios sin interrumpir la conversación y le digo – Bueno... novia no. Yo en realidad quería proponerte otra cosa.
Noto que su rostro cambia. Sus ojos se llenan de lágrimas. Se aparta, se apoya sobre el muro viendo hacia el río y dice – Eres como todos, quizás peor. Pero conmigo te equivocaste. Yo no seré tu amante. También quiero que sepas que de todos eres el que más daño me ha hecho porque me enamoré de ti con el alma.
No puede seguir hablando porque su llanto ahora no son solo lágrimas.
La abrazo. Ella intenta apartarse pero no puede. Sus fuerzas no pueden conmigo.
Llora desconsoladamente y me dice sacudiendo su cabeza – No seré tu amante... no lo seré.
Joaquín – Estás en un error yo en realidad...
Mónica me interrumpe, no me está escuchando - Tú quieres casarte con Carolina porque es rica y tenerme a mí como si fuera un objeto que cuando quieres lo tomas y cuando quieres lo dejas.
Te creí diferente a los demás pero eres...
Joaquín – Por favor “patito” ya no llores. Mira trata de calmarte porque no me estas escuchando. Estas muy alterada... creo que mejor te explico en el camino.
Subimos al coche y nos vamos.
En cada semáforo la miro. Ella esquiva la mirada. Por momentos arranca a llorar otra vez y al rato se calma. Pensativa menea la cabeza en gesto de “no”.
Abro la guantera y le pongo en las manos servilletas de papel.
Me detengo en la joyería “Stern”
Cierro la capota del Z3. Ayudo a Mónica a salir del coche.
Tomo una servilleta de papel, seco sus lágrimas. Le doy un besito en su bella naricita que se ve “colorada” de tanto llanto. Busco en su bolso y le pongo sus lentes de sol. La tomo de la mano y entramos a Stern.
Llego con ella hasta el mostrador y un señor muy elegante se nos acerca Es el señor Sánchez.
Sr. Sánchez – Sr. Joaquín mucho gusto de tenerlo por aquí. Su pedido nos llevó “Dios y su ayuda conseguirlo”, nos lo enviaron desde nuestra sucursal en Sao Pablo.
Llama a un empleado y le encarga que abra la caja fuerte y traiga “mi encargo”.
Mónica - ¿Qué está pasando?
Viene el empleado con una cajita negra que a su vez tiene llave.
El Sr. Sánchez la abre y ante la luz brilla refulgente la “Alejandrina” como si hubiera atrapado a todas las estrellas y las soltara por millones.
Sr. Sánchez – Sra. Mónica, Joaquín encargó este diamante para su “sortija de bodas”. Si tiene la bondad de pasar por aquí nuestro diseñador podrá sugerirle un encastre adecuado a su gusto...
Mónica se quita los lentes. Está absolutamente sorprendida. No atina a articular palabra. Mira la “Alejandrina”, mira al Sr. Sánchez... con los ojos empavonados de rimel parece un mapache mi patito.
Mónica - ¿Co... co... Cómo... sortija de bodas?...
Joaquín – Bueno... es lo usual. Cuando una chica se casa el novio le pone un anillo y...
Se tira a mis brazos, me besa, llora y ríe... todo a la vez. Parece que la felicidad es el desborde de todos los sentimientos.
Mi “patito” se ve hermosa cuando llora y muy bella cuando sonríe. Así está un buen rato entre “hermosa y bella”. Y claro... yo me aprovecho besándola.
Luego de las instrucciones de Mónica al diseñador nos vamos a almorzar. Se la ve tan feliz.
Ya en el restaurante...
Joaquín – ¡Mejor me caso con Carolina porque es rica!
Sonríe... sabe que la amo.
Regresamos a la casa.
Luego que todo el mundo se acuesta... música romántica. Bailamos un rato en el jardín. Le susurro cosas al oído.
De repente me doy cuenta que falta “algo”.
Entro a la casa y al poco rato vuelvo con dos copas de champaña.
Una luna inmensa ilumina la noche.
Y mi “patito” está allí, extasiada con esa luna y la escucho decir... “luna lo deseo”
Dejo las copas sobre la mesa y la tomo de la cintura. Aprieto su cuerpo contra el mío y busco entre sus cabellos, su cuello, sus labios. La beso mil veces y son pocas.
De pronto echa su cabeza hacia atrás y me pregunta - ¿Dónde nos casaremos?... ¿En cuál iglesia?
Bueno, tú debes saber más que yo, no se... que te parece en la Catedral de Santa María. No se si se puede. O tal vez en Caravaca de la Cruz que tiene tantas bellas iglesias... no se dime tú que eres de por allí.
Donde tú quieras. Ahora dime - ¿Tendremos más hijos, cierto?
Mónica - ¡Cierto!
Joaquín - ¿dos?
Mónica – Que sean tres.
Joaquín - ¡Mmmmm! Entonces tenemos “trabajo” que hacer.
Voy hasta el Z3. Abro la maleta y comienzo a sacar flores de todos colores y las empiezo a tirar sobre el césped.
Mónica - ¿Qué estas haciendo?
No le respondo... continúo hasta terminar.
Mónica – ¿Por qué tiraste esas flores tan hermosas al césped?
Joaquín – No las tiré. Esas flores en la grama tienen un propósito.
Mónica – Pero... ¿estas loco?
Se arrodilla y empieza a levantarlas. Una por aquí otra por allá. Las mira, las huele. Las acomoda entre sus brazos.
Mónica - ¿Sabias que yo hablo con la luna?
Joaquín – Creí que era cuento...
Me arrodillo a su lado y le digo – Todavía me queda una flor por arrojar al césped.
Ingenuamente mira mis manos... la tomo de su talle, la beso, cierra sus ojos. La voy dejando lentamente sobre las flores.
Joaquín – Ahora sí. Ya todas las flores están sobre el césped.
Me “hechiza” con esos ojos verdes y me lleva, a cuentagotas, encima de ella.
Ya presiento la pasión en su respiración, en sus gemidos a mi oído.
La luna inmensa parece espiarnos.
¡Te amo!
¡También yo!
¡Oh, Joaquín, Joaquín, gran Joaquín! ¿Cómo me pude equivocar? Pues no fue en la cama, con cojín: ¡que tu ansia no te dejó esperar! ("Mónica mía (Final)", de Joaquín Ledo)